Poco antes de juntarse el
Paseo de Cabestreros con la Calle Carrera de San Sebastián se queda a mi
derecha el Convento de San Pablo y las calles Bajada del Barco y Pozo Amargo.
Por la izquierda, el Callejón del Capricho, la Plaza de Andaque, la Calle de
los Tintes, que desciende hasta el embarcadero y la Calle de la Retama, que no
tiene salida. Desde esta encrucijada de calles presentarnos en la Iglesia de
San Sebastián nos supone un ligero paseo de cinco minutos mientras contemplamos
al otro lado del Río Tajo el Cerro del Emperador y los cigarrales y a la vez
escuchamos el tañido de la campana de la Ermita de la Virgen del Valle.
Dentro de las IX Jornadas deMúsica de Cámara en el Patrimonio rehabilitado, hoy 17 de noviembre de 2019,
seremos testigos de un nuevo concierto organizado por el Consorcio de Toledo y la asociación Momentum Toledo, con el ánimo tanto de dar a conocer nuestro
patrimonio cada vez menos desconocido,
como la promoción de jóvenes intérpretes y la difusión de un estilo de música,
que aunque no necesita promoción, escucharla en directo y tan cercana supone
una experiencia para los sentidos.
Abierta la entrada de esta
eventual sala de conciertos y traspasado el umbral de la puerta sorprende ver
como se ocupan todos los asientos, cuando unos 10 minutos antes apenas éramos
unas 20 personas esperando.
Un pianoforte de media cola, Yamaha, con la tapa
superior medio abierta reposa al fondo de la Iglesia ávido de que los macillos
golpeen las cuerdas para expresar los sentimientos y emociones atrapados en
ellas.
nos propone en el día de hoy "Desde
la soledad y el aislamiento", en referencia probablemente a la angustia
que produce recluirse solo con su piano en la sala de estudio. Trabajo duro y
estudio en soledad posibilitan muchos momentos de reflexión y de encuentro con
uno mismo, pero también al desmenuzar cada pasaje, cada nota y acorde de una
partitura, de encuentro con el autor, de navegar por el interior de su alma.
"Desde
la soledad y el aislamiento", también puede aplicarse a los
compositores, en especial a los tres que nos visitan hoy. Beethoven desesperado por su pérdida de audición; Chopin con sus problemas de salud desde
muy temprana edad y Scriabin influido
poderosamente por la filosofía y el misticismo.
Muy motivado el pianista en las
interpretaciones, que en nada tienen que envidiar a los grandes pianistas y todo ello a pesar del frío ambiente
y el gélido teclado, fue explicando de forma distendida cada pieza a interpretar, indicando
que las obras escogidas son muy complejas a nivel pianístico. Los tres autores
mencionados han influido notablemente en otros compositores contemporáneos y posteriores
y las obras escuchadas cabalgan en un corto margen de tiempo desde el
clasicismo al romanticismo y finalmente a la música atonal.
Iniciaba el
concierto con una de las más grandes sonatas para piano que se hayan escrito,
la Sonata
nº 32 en Do menor Op. 111 de Beethoven.
Con razón entendemos a Francisco
Cañizares cuando dice que comienza el concierto por el final. Beethoven escribe
solo dos movimientos, que denomina Maestoso y Arietta, este último el más
largo, con estructura de tema y variaciones y contiene patrones rítmicos que
cien años más tarde dieron lugar al swing
y al booggie-woogie.
FrédéricChopin revolucionó la técnica
pianística y es uno de los compositores más relevante de todo el siglo XIX.
Escrita en 1845, su Barcarola Op. 60 quizás sea la pieza más destacada en las
Barcarolas para piano. Nos transporta a la mágica ciudad de Venecia para dar un
paseo en góndola sintiendo el suave vaivén de las olas.
AlexanderScriabin consideraba que su Sonata
Nº5, Op.53 era el mejor de sus trabajos para piano. Otros autores la
describen como la pieza más difícil en todo el repertorio del piano. Un mundo
mágico de imágenes y sensaciones sonoras, éxtasis y el milagro de la creación unido
a un plan dentro de una visión completa del mundo.
De propina y para visibilizar
a la mujer compositora interpretó en arreglo para piano el 2º movimiento de Tableaux
de Province, de la compositora y pedagoga francesa PauleMaurice, escrito originalmente
para saxofón y piano.
Texto.- José Suarez
El próximo 1 de diciembre será
el turno del Trío Santres ,
finalista de la VII edición del concurso internacional Antón García Abril.
Desde la soledad y el asilamiento, reflexión que nos propone el pianista Francisco Cañizares, para el concierto del próximo domingo día 17,a través de la música de Beethoven, Chopin o Scriabin.
Compartimos
tanto las notas como el programa, que el propio interprete irá comentando
durante el concierto.
Como habitualmente esperamos sea de su interés y consideren oportuno el acompañarnos en este 2º concierto de ciclo.
1821: Beethoven
nos propone 30 minutos de música casi sin interrupción. Su última Sonata
para piano. Un sacrilegio casi bíblico que cometo a propósito; empezar por el
final. Obra que me hizo enamorarme más si cabe de la que aún hoy día sigue
siendo mi mayor pasión: el piano. Un ejercicio metafísico más allá de la música.
Es una expresión de filosofía musical. Un viaje y un recorrido desde lo más
tenebroso y angustioso, hasta la libertad, el ensueño, la alegría y la paz. La alegría
(sí, la del concepto sinfónico) entendida como una expresión de hermanamiento,
siempre desde la factura más austera posible, como su enigmático final.
1846: Barcarola
explica una historia de amor. Un Chopin maduro que disfrutaba de los
últimos coletazos de su en ocasiones tormentosa relación con la revolucionaria
y controvertida escritora francesa, conocida internacionalmente bajo el
seudónimo masculino de George Sands. Una alegoría de un paseo en góndola por
las calles anegadas de la ciudad de Venecia, cuyas aventuras intercaladas
reflejan desde la expresión de ternura más pura, hasta el desenlace encontrado
entre la frustración y la esperanza.
1907: Lánguido,
de belleza enfermiza. Así, entre innumerables conceptos y palabras en ocasiones
de dudoso acertijo, Scriabin expresa un mundo intangible dentro del
conglomerado sonoro que es esta magnífica y singular obra. Su 5a Sonata
para piano. Su emancipación de lo tonalmente establecido. Un recorrido sin
tiempo entre la luz, el color, lo transfigurado, la locura, el éxtasis y el
milagro de la creación.