jueves, 23 de noviembre de 2017

Molina & Uchi Piano Dúo o el arte de tocar a cuatro manos




Afortunados fuimos aquellos que pudimos disfrutar del fantástico concierto el pasado domingo 19 de Noviembre. No sería capaz de poner ningún pero a cualquiera de los elementos que se conjugaron en la Iglesia de San Sebastián, y es que no suele ser casualidad cuando se combinan grandes profesionales, un atractivo programa, una organización preocupada y un publico que responde a la convocatoría llenando el aforo de la sala. El resultado de la ecuación se resume en éxito.
Los grandes protagonistas fueron la pareja Mario Molina y Nanako Uchi (Molina & Uchi Piano Dúo), dos pianistas que juntos no suman, sino multiplican sus cualidades tanto técnicas como poéticas. El virtuosismo del que hicieron gala no fue un virtuosismo vacío, sino todo lo contrario, lleno de significado, profundidad y entendimiento de las obras, que hicieron las delicias de un público entregado a estos dos artistas.


 El concierto comenzó, como suele ser habitual en este ciclo de música de cámara, con las notas al programa a cargo de Virginia Serrano que nos hicieron viajar en el tiempo y transportarnos en primer lugar al universo del americano Samuel Barber y su obra “Souvenirs” opus 28. A veces hay obras que no podían tener mejor título, y es que las tres danzas interpretadas por el dúo fueron un auténtico regalo que abrieron el concierto a ritmo de vals.

En este programa, con la danza como hilo conductor, no pudieron faltar las grandiosas danzas nº 1 y 2 de La Vida breve compuestas por uno de los gaditanos más universales, Manuel de Falla. Estas conocidísimas páginas del nacionalismo musical español que normalmente son interpretadas en los timbres de la guitarra o del piano solo, encontraron en la transcripción de cuatro manos una versión llena de contrastes, repleta de lirismo y esas melodías andaluzas expresadas con tal sentimiento que cualquiera de los presentes se convenció de que la pianista Nanako Uchi venía del propio Albaicín y no del Yokohama (algo menos gitano...)
La guinda de esta primera parte la puso la enérgica interpretación de Tres movimientos de Petrushka de Igor Stravinsky. Esta exigente obra hizo que los dos pianistas exprimieran al máximo sus cualidades técnicas y sacaran del piano los sonidos más percutidos y estridentes de la mañana, no por ello faltos de control. 


Tras un breve descanso, la segunda parte comenzó con, a mi parecer, el plato fuerte del concierto: La Valse de Maurice Ravel. La interpretación de esta genial obra no dejó indiferente a ninguno de los presentes, ya fuera por la maestría con la que Mario Molina (en el papel de secondo) daba consistencia, tanto rítmica como armónica a esta compleja pieza; o por la manera en la que Nanako Uchi (en el papel de primo) era capaz de llevar al clímax todas esas frases que crecían hasta más no poder. Estos dos grandes pianistas rindieron un gran tributo y no defraudaron a las expectativas que esta obra siempre crea. Como no podía ser de otra forma, su espectacular final hizo que gran parte de la audiencia compartiera su emoción con unos efusivos “bravos”.

Ocho movimientos de danza, sacados de la Suite El Cascanueces de Tchaikovsky cerraron esta fantástica velada, aunque el verdadero broche final lo pusieron un improvisado cumpleaños feliz en honor a Mario Molina y la transcripción para cuatro manos de la obertura de la ópera Ruslán y Liudmila del compositor ruso Glinka, a modo de propina ante los incesantes aplausos de un público agradecido.

No sería justo terminar esta reseña sin agradecer la enorme labor que realiza la asociación MOMENTUM-TOLEDO y en especial a José Antonio Saldaña. Sin ellos, un domingo como el pasado no habría sido un día tan especial.
¡Viva la música y viva Toledo!


                                                           Carlos Baños Gutiérrezwww.carlospiano.com
                        Profesor de piano conservatorio de música Jacinto Guerrero de Toledo

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