Mañana acarreadilla, la que
llevo, pues queriendo estar en todos lados, hoy a las 10 horas he participado (soy
corredor popular) en la III Carrera
solidaria autismo de Toledo
que organiza APAT, recojo el agua que me ofrece un jovencísimo voluntario y la
fruta que sonriente me entrega una señorita, hecho una ojeada a las lista de
las clasificaciones y sin parar de trotar me dirijo a casa a darme una ducha
relajante.
Aparco en la zona del
embarcadero donde casualmente se celebra un concurso de pesca y me dirijo a la
Iglesia de San Sebastián, escenario de un nuevo concierto de las VI Jornadas de Música y Patrimonio. Por toda
la ladera que asciendo se extiende una frondosa maleza coronada de ramilletes
de florecillas amarillas, blancas, algunas malvas, me acompaña el trino y
gorjeo de los atareados pájaros que reciben la mañana con optimismo y este
hecho me recuerda que uno de los cuartetos de cuerda que hoy deleitará mis oídos
lleva el sobrenombre de “la alondra”. Tampoco tiene que olvidárseme tirar de
las orejas a mi madre que hoy cumple 86 añitos.
Ya dentro de la coqueta
iglesia, privilegiada sala de conciertos, tomo un programa y cuando miro para
buscar asiento, compruebo que todos están ocupados. Encuentro un asiento vacío
pero otras personas se acomodan en algún escalón y otras permanecen de pie
apoyadas en alguna columna o en el muro
El cuarteto de cuerdas
entendido como la agrupación de cuatro instrumentos de cuerda suele estar
formado por dos violines, una viola y un violonchelo que debido a la amplitud
de notas en su conjunto, como a la
infinidad de matices que pueden producir los instrumentos de cuerda frotada ha
hecho que renombrados compositores a partir del siglo XVIII escribieran obras
para cuarteto de cuerdas. Con Haydn, Mozart o Boccherini, el cuarteto
de cuerda se generalizó para convertirse en el género más demandado en la
música de cámara. Se estructura en cuatro movimientos uno rápido, uno lento, un
minueto y trío y un final rápido.
Admirador de este autor, Wolfgang Amadeus Mozart desarrolló el género y le dedicó una serie de cuartetos del que
se ha interpretado en la segunda parte el último de la serie, el Cuarteto de
cuerdas nº 19 en Do M, KV 465 conocido como Cuarteto de las Disonancias debido a su inusual introducción breve y
posiblemente el más famoso de sus cuartetos.
Sorprendido ha quedado el auditorio con la fresca actuación de Contrast Quartet que brillantemente ha arrancado las notas dormidas en las partituras, arrojándolas hacia delante para girar y retorcerse entre las columnas y tomando impulso en los vetustos capiteles ascender hasta la cubierta para allí desvanecerse, esperando otros dedos gráciles que vuelvan a despertarlas.
Una actuación contundente y
muy profesional que ha logrado transmitir la alegría o la melancolía escrita en
cada frase y que les sirve de ensayo si tienen previsto otros conciertos o
presentarse a algún concurso. Les deseamos mucha suerte en esta andadura que
han iniciado.
Como bis ha sonado Golliwogg's
Cakewalk, la última pieza de las seis que consta la suite Children’s cornes (El rincón de los niños) escrita
para piano por Claude Debussy.
José Suarez
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El próximo día 22 de abril
contaremos con la presencia de Jesús de la Rosa, fagot, y José Luis Moraño,
violín.

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