Toledo,
7 de abril, una mañana de domingo
marcada por el frío y la lluvia; una iglesia abarrotada de gente
impaciente; unos músicos nerviosos pero a la vez con ganas de compartir su
sabiduría…
Un
radiante primer movimiento abre el tercer concierto del VIII Ciclo de Música de Cámara en el Patrimonio Rehabilitado creando
una atmósfera de silencio entre el público, anonadado por la fuerza y ligereza
de la melodía interpretada por el piano, seguida por las dulces y cantábiles
notas de la cuerda. Nos encontramos ante el Trío para violín, violonchelo y
piano nº 1 op. 99 de Schubert interpretado por el Trío Napoli. Mencionar tanto su
actividad camerística como los diversos premios obtenidos como solistas en
concursos nacionales e internacionales.
La
línea soñadora creada por el violonchelo al inicio del segundo movimiento no
deja inadvertido a los asistentes, transportándoles a un mundo de tranquilidad
y serenidad gracias a la sutileza empleada en su interpretación. Una melodía
juguetona da paso al tercer movimiento. Breve, vivo, con toques humorísticos. Se
establece un diálogo entre los diferentes instrumentos.
Una
gran ovación cierra esta primera parte del concierto al escuchar el movimiento
alegre y triunfal con el que Schubert concluye su Trío nº1. Los ágiles dedos
del pianista recorriendo el teclado así como los movimientos de arco y pizzicatos del violín y violonchelo
ponen de manifiesto que estamos ante una obra de un gran virtuosismo.
Tras
un breve receso, los asistentes vuelven a tomar asiento dando comienzo la
segunda parte. En este caso con el Trío nº1 op 63 del compositor alemán
Schumann interpretado por el Trío Venusberg, destacando en su repertorio
compositores como Debussy, Beethoven, Schubert y Schumann.
Acordes
llenos, texturas densas, sonido grandioso,… son algunas de las características
que hicieron vibrar los muros de la Iglesia de San Sebastián con la
interpretación del primer movimiento.
Las
continuas imitaciones a modo de conversación, así como el juego de la cuerda de
perseguir al líder, en este caso el piano, mostrando sus habilidades técnicas a
través de pasajes de escalas, hace entender esa ironía que predomina en este
segundo movimiento.
La
sensibilidad y dulzura con la que el Trío Venusberg interpretó el lamento del tercer
movimiento es digno de mencionar. Al igual que la fuerza, energía y coraje con
la que ejecutaron el cuarto y último movimiento poniendo de manifiesto, entre
multitud de aplausos y halagos, la calidad de su actuación.
Laura Rivera Castaño
Les esperamos en el siguiente concierto programado para el día 5 de mayo, en el que nos acompañara Francisco González Márquez (violín)
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